Abriendo obturador: Justo en la línea meridiana

Le meridianne

Por Dania del Pino
Fotos: Sonia Teresa Almaguer

Justo cuando el sol está sobre el meridiano de Greenwich, unos pocos objetos sobresalen para emitir alguna sombra. Justo en el centro, el hombre se muestra por encima de las especies para hacer sus propias historias y dejarlas a otros, perpetuarlas en ese ejercicio de buscar siempre la trascendencia, la eternidad. De esta misma manera sobresale Ezequiel García Romeuen el marco del TITIM con su obra La Méridienne, uno de los mejores recuerdos que guardaré de esta 12 edición.

Lo que resulta trascendente en este caso es descubrir la subversión constante del tiempo. Por un lado esperamos junto a otros espectadores apenas cinco minutos de espectáculo, una espera mucho más larga que los instantes que dura la experiencia estética. Por otro, es interesante la reflexión que emerge de la propia obra en torno a la existencia como ciclo, a lo efímero de la vida y los espacios humanos. Pero sobre todo encierra un acontecimiento aún más notable, y es que tras esos cinco minutos iniciamos un proceso de pensamiento mucho más profundo y duradero que el flashazo teatral que esla puesta en sí misma.

En un teatrino en miniatura, como dentro de una caja de pandora, acontece un espectáculo visual y filosófico. Con una exquisita manipulación y el acertado diseño de espacio y personajes, la obra parece remitirnos por momentos al universo cinematográfico. La atmósfera creada por el director a través del recurso de la luz, junto a la soledad del espectador en medio de la oscuridad, nos recuerda a ratos una sala de cine a pequeña escala. La soledad del espectador frente a la soledad del títere, ambosguiados por la labor magistral del titiritero.

La Méridienne es una tesis en torno a lo efímero y el conflicto del ser humano con el tiempo, la lucha por dejar una huella que en definitiva será borrada. Es una tesis incluso en torno a la relación del objeto y el manipulador, tan efímera e imperecedera como el ejercicio mismo de lo teatral. La mano del hombre recae sobre el títere como por sobre el hombre cae siempre el destino de morir, de ser olvidado. Ahora, sin embargo, quienes disfrutaron del espectáculo, recordarán durante mucho tiempo el momento exacto en que el sol se coloca sobre el meridiano, la imagen precisa de Ezequiel García guiando al títere.

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